Trastorno de la articulación temporomandibular (ATM): ¿Qué es?
Aunque el común de los mortales no lo sepa o no repare en ello al comerse un bocadillo de jamón, tenemos dos articulaciones temporomandibulares en cada lado de la cara. Ayudan nada menos que a hablar, masticar, bostezar y conectan la mandíbula con el cráneo.
La función de la articulación temporomandibular, por tanto, no solo es crucial, sino que su uso es cotidiano y, de no ser fluido, puede generar un malestar de consecuencias muy desagradables.
A menudo, los problemas de articulación temporomandibular pueden cursar con dolor y no es fácil determinar el origen. Puede venir por cuestiones relacionadas con el bruxismo provocado por la ansiedad, o por una lesión o traumatismo, así como por cuestiones genéticas. Por suerte, los trastornos relacionados con la disfunción temporomandibular o el dolor ATM (por sus siglas) se pueden mitigar con distintos tratamientos. En último recurso, siempre queda la cirugía.
Síntomas de la articulación temporomandibular inflamada
Hay varios indicadores de que tenemos un problema con la ATM. El primero y más sencillo de detectar es el dolor en el rostro, la dificultad al morder y, en ocasiones, imposibilidad de abrir la boca con facilidad. Acciones tan sencillas como comer una hamburguesa pueden convertirse en una pesadilla en un caso de ATM inflamada o dañada.
También el oído puede verse afectado si la ATM está estresando, con posibilidad de presentarse acúfenos, dolor y pérdida temporal de agudeza auditiva. Por eso, conviene tratarse cuanto antes para evitar que esta patología incida en la calidad de vida del paciente y genere también problemas psicológicos derivados, como ansiedad o irritabilidad.
El diagnóstico del trastorno de la ATM
A la hora de hacer un diagnóstico sobre un trastorno de articulación temporomandibular el profesional odontólogo contará con distintos elementos de análisis. En primer lugar, escuchar el testimonio del paciente, sus molestias, sensaciones, tiempo desde que notó las primeras molestias y grado de malestar que padece, especialmente al comer.
Una primera aproximación al rostro del paciente, con unas leves presiones en la zona afectada ayudará a conocer el alcance de la dolencia. Pero serán necesarias radiografías dentales, resonancias magnéticas y, en algunos casos, una artroscopia temporomandibular. Consiste en la introducción de una cánula por la que se cuela una pequeña cámara que puede ayudar a conocer si hay lesión de tejidos y qué tipo de daño se ha generado.
Una vez se hayan ‘acotado’ bien los síntomas, dolencias y el trastorno que genera en el paciente, se podrá optar por uno u otro tratamiento sin descartar, como se dijo, una cirugía en el caso que así se requiera. Entonces, el caso podría derivarse a un hospital odontológico o abordarlo en la propia clínica, siempre que se cuente con medios técnicos y humanos para ello.
Sin duda un área, la relativa a los problemas musculares y maxilofaciales, con una demanda cada vez mayor. ¡Tenlo en cuenta a la hora de elegir tu especialidad en Odontología!